jueves, agosto 4

Aquí, en letras mayúsculas, o minúsculas:

Sigo teniendo tu aroma,
como uno más
de mis pensamientos suicidas.
Y quizá es de los más peligrosos,
o el que me puede salvar la vida.

Puedo considerar
como el mejor
o el peor
de mis secretos
más de trecientos suspiros tuyos
que depositas cada noche en mi oído
antes de conciliar el sueño por completo.

Esta vez no entraré en pánico
si no siento tu aliento
porque sé que estás dándome la espalda
pero no me importa
porque tu espalda
como tu boca
también
encabeza la lista de mis lugares favoritos.

Decir tu voz en voz bajita
se me ha hecho costumbre
seguido de una sonrisa
o de mil lágrimas
hirviendo
corriendo
sobre mis mejillas
que suelen estar muy frías.

Llámalo casualidad,
destino,
o incluso confusión,
el hecho de que
al decir nuestros nombres a la par
embonen
tan jodidamente
bien.